Cada inicio de año los amantes del cine nos emocionamos con la temporada de premios del séptimo arte, la cual terminó el 12 de marzo con la entrega de los premios Oscar, la razón es simple, la cartelera cuenta con una gran variedad, por ejemplo: ‘La Ballena’, ‘Los espíritus de la isla’, ‘Todo en Todas partes al mismo tiempo’, etc. 

Lo único malo, si no corremos a verlas a la semana siguiente, pueda que una de esas joyas salga de la programación, ese fue el caso de ‘El triángulo de la tristeza’, la cual ganó el premio más importante del cine, el Festival de Cannes donde obtuvo la Palma de Oro. 

Su director es Ruben Östlund, un viejo conocido, le encanta seducir, atrapar y engañar al espectador, así en ese orden y es una completa delicia caer en su juego, inicia con lo superficial, un poco de belleza y en corto tiempo nos damos cuenta que estamos en una historia profunda. 

En ‘Fuerza mayor’ (2014) un padre en medio de una avalancha corre, mientras olvida a su familia; en ‘The Square’ expone el arte y en esta ocasión comienza con el modelaje, para luego meter al mundo en un yate. 
‘El triángulo de la tristeza’ es esa marca que se hace en nuestras caras, esa evidencia de nuestros años en donde algunos usan bótox y otros hacen esfuerzos mayúsculos para no arrugar su rostro. 

Al inicio de la historia seguimos a una pareja de reconocidos modelos, en una cena surge una conversación sobre la igualdad de género, sin embargo el que pide equidad es el hombre, la razón es económica, en esa actividad son las mujeres las que más ganan, en ese principio hay un humor evidente con un reportero, una escena que sin duda nos recuerda a ‘Brüno’, esa caricatura hecha por Sacha Baron Cohen en el 2009. Una fase en la que el realizador nos seduce y nos atrapa, pero cerca de caer en las redes del engaño. 

El grueso de la narración se desarrolla en un lujoso yate y ahí está el reflejo de los ricos, los pobres, los que dejan el país en busca de una mejor oportunidad, los comunistas, los capitalistas, el poder del sexo y muchos más. 

De la pareja de modelos pasamos a una obra coral, los magnates tienen tanto, no saben de qué son dueños, una clase media que desea dar una imagen de un mundo lleno del glamur, las redes sociales en su máximo esplendor; una lucha sin tregua entre un gringo comunista y ruso capitalista. 

En ‘El triángulo de la tristeza’ nos vemos reflejados en un espejo sucio y por más esfuerzos, esas arrugas van a estar más pronunciadas.