Los balances de los festivales se tornan aburridos, las cifras se imponen sobre la cantidad de público que asistió, o cuantos artistas nacionales se presentaron, y así siguen los números con el grafiti, el componente académico; y de repente perdemos la esencia de tan importante escenario artístico, que no se puede cuantificar. 

En este balance de los 25 años de Hip Hop al Parque, no hay que dejar en segundo plano la estigmatización que sigue sufriendo el género musical y sus seguidores, lo curioso es que ese rechazo no solo viene de un grupo de personas que desconocen al rap, sino de los mismos asistentes.

Voy a compartir solo un par de comentarios para explicarme. Mientras, Ruzto (Aerophon) le pedía a los asistentes levantar los celulares, una pareja mirando la bella imagen dijo: “Que miedo, eso se lo roban de una”. Luego aclaró: "aquí no", es decir en la zona de invitados y de prensa. Un poco como aquí somos gente VIP, por no decir "gente de bien".  

Horas antes al ir a la zona de emprendimiento, voy con un gran conocedor de música y de la escena local, mientras que el anfitrión del Festival resalta el buen comportamiento de todos y nos invita a abrazar a quién este al lado, yo muy obediente abrazo a mi maestro musical y él se burla de los peligros de esa acción, por el supuesto riesgo que está acción pueda acarrear, pues se desconoce a la persona de al lado.

También, y otros desafortunado hecho, es que cuando se habla del Festival es imposible no hacerlo desde la requisa severa que realizan al ingresar, como de los chistes ya mencionados y con la recomendación de tener cuidado, por parte de los colegas, cuando se ingresé en donde está e público. 

No sé si estigmatización o tomar con humor el rechazo que históricamente han vivido los seguidores del hip hop, que para contrarrestar tantos insultos nos han dado amor, como es hablar de ‘Rap Conciencia’, igual el magistral trabajo que bautizó Ali A.K.A Mind o esa frase popular “Somos raperos, no rateros”. 

Creatividad, talento e inclusión en Hip Hop al Parque

Hablemos de lo más importante de este espacio cultural: La música, es por esa razón que quiero celebrar los 25 años de Hip Hop al Parque, por darle voz a los que no la tienen, por evidenciar esa fuerza creativa, el gran talento, por ser un punto de encuentro, despertar el sentido crítico y ser un motor para cientos de soñadores que ven al Festival como un objetivo a conquistar y para disfrutar. 

En cuanto a las presentaciones es muy acertado contar con un norte como lo es la lengua española, sin embargo, queda la duda si fue apropósito o fue una realidad con la que se encontró el Festival que esta vez no contó con una leyenda de los Estados Unidos que siempre será muy recibido en la vieja escuela. 

Igualmente, la participación activa de la mujer, es otro de los puntos altos del cual se pueden regodear los del equipo creativo. 

El último gran aporte de de la curaduría fue tener un espectro musical amplio que desde el epicentro del hip hop pudo complementar con propuestas necesarias en las que disfrutamos de trap, drill, boom bap, jazz, reggae, jazz y sonidos tradicionales colombianos. Poco a poco los festivales con mucho amor y sapiencia van derrotando los radicalismos que en la música parecen cada vez más obsoletos.