“¿Cómo alguien como él va a poder dedicarse a la música?”, esa fue una de las primeras preguntas de Lina Ramírez, mamá de Julián, un joven que a través de su piano ha logrado inspirar dos mundos: El de las personas con pérdida auditiva y el mundo sonoro.

Sus partituras favoritas son las de ‘Interestellar’ de Hans Zimmer. Cuando toca cada tecla, su instrumento se conecta con una historia fascinante que al igual que esta melodía conmueve los sentidos. Nació sordo y lo que él escucha desde sus dos años es “artificial”, gracias a su fiel compañero, un implante coclear MED-EL que le permite disfrutar de la música.

 

 

 

 

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“En el mundo de la música te sumerges por completo y no hay límites para ello. Recuerdo que empecé en el piano alrededor de los siete años. Invito a que las personas con pérdida auditiva se decidan a tocar un instrumento, esto les ayuda mucho en su proceso de rehabilitación”, señaló Julián Gómez. 

La llaman una discapacidad invisible, pues aunque ante los ojos de cualquiera todo puede parecer “normal”, es en el proceso de comunicación donde surge el verdadero reto. Pero la constancia y dedicación han sido las claves, según Julián y su mamá para lograr hacer de lo imposible algo posible.

“Agradecidos con la ciencia porque él pudo romper con esa barrera que en algún momento veíamos imposible: Un niño sordo cómo sería capaz de percibir la música y tocar un instrumento. Para nosotros esto fue maravilloso”, señala Lina Ramírez, mamá de Julián.

Paradójicamente el sueño más grande de este pianista no es tocar su instrumento, sino ser un guía escuchado por las personas que atraviesan una pérdida auditiva alrededor del mundo, mostrándoles que mientras haya vida, siempre habrá un camino de nuevas oportunidades.